11 enero, 2009

Crear un espacio con amor.

Comencé a sentir una gran necesidad de estar en contacto con la naturaleza.
Con mi familia decidimos dejar el departamento en pleno centro de la ciudad y mudarnos a una casa en un barrio más tranquilo.
Es lo que me permitió cumplir mi sueño de cultivar flores y tener una huerta muy pequeña.
Todos los días pongo mis manos en contacto con la tierra.
Al sacar los pequeños yuyitos o hierbas que crecen y afean el jardín voy meditando en aquellos pensamientos negativos y la necesidad de arrancarlos desde la raíz por que crecen y se multiplican diariamente.
Observé al sembrar las semillas que los pajaritos bajaban y se alimentaban con ellas, tuvimos que poner unos hilos para protegerlas y a ellos comencé a tirarles miguitas para que comieran.
Descubrí que un caracol había comenzado a comer las hojas de acelga en grandes bocados, lo busqué para sacarlo del lugar y ví con qué belleza movía su brilloso cuerpo blando y baboso.
Pensé que mis músculos deberían aflojase y aprender a moverme con más soltura, como el caracol.
Fui descubriendo a los otros seres de la naturaleza que convivían conmigo.
Con humildad los voy observando y meditando en silencio.

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